Me niego a que mi voto tenga la misma fuerza en las urnas que el de alguien capaz de disparar a sangre fría y por la espalda a un guardia civil o a cualquier otra persona. Me niego a que mi voto valga lo mismo que el de un energúmeno capaz de pegar hasta la saciedad a su pareja e hijos. Me niego a que mi voto se equipare al de aquel individuo capaz de prender fuego a un bosque y arrasar cientos de hectáreas. Me niego a que mi voto se considere idéntico al del tipo que he visto arrojar, sin el menor de los titubeos, la colilla de su "
ducados" al río que pasa por el pueblo.
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