Gracias por la visita, por el roce, la cercanía y el cariño. Me ha encantado veros:
Aurelita, Kapuscinski de ADN, a mi sirenita y al niño de la sonrisa eterna. Nos lo hemos pasado bien, a pesar del agua fría de Mogor, de las quemaduras en los pies y el madrugón para el viaje de vuelta. Ha sido un placer ver jugar a los niños, sentir la casa inundada de sonrisas, gritos y llantos. Las gambas a la plancha, el pulpo a feira, los pimientos de padrón, los calamares y el mar de fondo. Sólo pido más frecuencia. Os quiero mucho, fuerte y apretado.
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