Al ver las imágenes de la gente que celebra haber sido agraciada con el premio gordo de la lotería de navidad siempre aparecen sonrisas, felicidad, alegría, un chorro de emociones incontenible. A mí, el gordo de navidad se me ha adelantado un día. Ese mismo cúmulo de sensaciones lo tuve ayer, día 21, cuando pasé cuatro maravillosas horas montando en bici, desde Tres Cantos, el acogedor hogar del rubito, Claire, la niña marrón y el niño de ojos inabarcables a Colmenar, campo traviesa, bajada hasta la puta presa de las marmotas, y subidas, y subidas, y subidas.............disfrutando de la incomparable compañía de los buenos amigos, de los de siempre, de los que aunque haya pasado tiempo sin vernos y, sin hablarnos (cosa que siento en lo más hondo y de lo que siempre me arrepentiré y jamás me cansaré de pedir perdón por ello), parece como si les hubieras visto ayer.
Cuatro horas de bici y tres de bife argentino regado por ribera de duero pagado por los capellanes.
Gracias. Por la compañía, por el calor, por los churros con chocolate, por el anillo de durex, por el porta-móviles de diseño y, sobre todo, por haberme hecho sentir como uno de esos agraciados con el gordo de navidad.
Os quiero muchísimo y, espero de todo corazón, que lo de ayer se convierta en una costumbre que se repita, como mínimo, una vez al año.
Sabéis que, en Galicia, siempre hay cervezas frías en la nevera.
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