domingo, noviembre 13, 2011

GOMORRA. ROBERTO SAVIANO

"Cuando te convences de que esa sangre no la has perdido tú, no es suficiente: te sientes desangrado aunque la hemorragia no sea tuya. Tu mismo te conviertes en hemorragia, notas las piernas flojas, la boca pastosa, notas las manos disueltas en aquel lago denso, quisieras que alguien te mirase el interior de los ojos para comprobar el nivel de anemia. Quisieras llamar a un enfermero y pedir una transfusión, quisieras tener el estómago menos cerrado y comer un filete, si consigues no vomitar. Tienes que cerrar los ojos y no respirar. El olor de sangre coagulada que ya ha impregnado también las paredes de la habitación sabe a hierro oxidado. Tienes que salir al aire libre antes de que echen serrín sobre la sangre, porque la mezcla despide un olor terrible que hace imposible contener las ganas de vomitar".

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