martes, abril 05, 2011

LA MEDIA




El sábado fue la previa, recogiendo los dorsales, tomando café con el Calderón de fondo, risas de niños y acento italiano; comiendo con buenos amigos que considero hermanos, compartiendo alegría con sus mujeres e hijos, las atenciones de Cholito y haber visto a Aurelita y sobris. Pena no haber visto a Andrews.

La tarde dedicada a hacer recuerdos paseando por Fuencarral, por el barrio de Moncloa, entre las calles Fernández de los Ríos y Galileo. Sábado completo. Incluyendo el gran regalo romano de Asensio.

El domingo por la mañana, la lucha del hombre contra el asfalto. Sudor, sufrimiento, lágrimas de emoción y las calles de Madrid, sin tráfico, para las quincemil personas que recorrimos veintiún kilómetros. La gente volcada, animando, empujando. Las articulaciones doloridas, pero la meta conseguida tras dos horas y doce minutos de tiempo neto, aunque el oficial fuera de dos horas y ventiún minutos.

En mi mente Miña Lúa y los peques, de manera constante, la fuerza que me ayudó a llegar.

El verdadero placer, haber comenzado la carrera abrazado a mi hermano, el Reencuentro y a su amigo Alberto, haber visto al rubito y a su hermano y haber quedado emplazados para acabarla juntos el próximo año. Toda una experiencia. Sobre todo el bife de después en La Vaca Argentina.

Gracias a todos por el ánimo y por las fuerzas en la presencia y en la lejanía.

En el momento de entrar en la meta, tuve una dedicatoria muy especial a un amigo de Cesantes. Él ya sabe los motivos.

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