El periódico El País traía el domingo pasado, en su contraportada, una interesantísima columna escrita por Manuel Vicent. Extraigo lo siguiente:
"(..)El joven opositor se enclaustró en casa durante unos años para aprenderse de memoria el temario, que repetía en voz alta por el pasillo, en babuchas, suelta la pretina del pantalón y oliendo a tabaco. Los sábados por la tarde salía de la madriguera, quedaba en una cafetería con la novia y ella letomaba los temas delante del rescoldo de un café con leche lleno de colillas, hasta que un día este ser extraído generalmente de la clase más conservadora, SIN SABER NADA DE LA VIDA, recibió del Estado el enorme poder de juzgar a sus semejantes, de mandarlos a la cárcel o a la horca cuando la había(..)".
Y decía el abuelo ranita, con toda la razón del mundo:
"Si quieres conocer a fulanillo dale un carguillo"
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