El ser bajito ha debutado como futbolista. Todos los años se organiza un torneo entre la chavalería de la comarca. Esta vez han participado cerca de quinientos niños de entre tres y diecisiete años de edad. Categorías de promesas, benjamines, alevines, infantiles y juveniles.
Buen ambiente, nuevas amistades y deporte. Deporte en equipo.
Pero ocurrió que el ser bajito, ayer, justo antes de empezar a jugar su partido, se encontró con unos amiguitos de la guardería. Para él era más importante jugar en los columpios con sus colegas que jugar el partido. Es más, a mitad del encuentro dejó a sus compañeros en inferioridad numérica porque se había empeñado en abandonar la cancha para ir a jugar con los de la guardería. No entraba en razón. No entendía que no podía dejar a sus compañeros de equipo "tirados". Me enfadé con él y me dolió en el alma castigarle sin jugar con sus amiguetes de guardería y marchándonos a casa. Él llorando y yo con un cabreo monumental.
Al final de la noche, justo cuando le metí en la cama:
-Papi, me he portado mal, ¿verdad?
-Sí, hijo, no se puede dejar tirados a los compis de equipo para irte a jugar a los columpios. Primero tienes que acabar el partido. No puedes jugar o dejar de jugar cuando a tí te apetezca.
-Pero es que estaban Joaquín y Alex
-Ya, cariño, pero lo primero es lo primero y si no, no haber pedido que te apuntáramos al torneo.
-Ya no lo vuelvo a hacer. ¿Somos ya amigos?
-Sí hijo, sí, "somos ya amigos". Que tengas dulces sueños. Te quiero muchísimo.
-Yo a tí también, papi.
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