"En lo alto de las murallas, los cartagineses escucharon con rostros de preocupación el indómito grito de las legiones. Pese a todo se mantenían todos en sus posiciones confiados en el vigor de sus fortificaciones, en el aceite hirviendo que preparaban, en las armas de las que disponían, porque estaban seguros de que, antes de que los romanos consiguiesen abrir alguna brecha, llegarían los refuerzos de Asdrúbal Barca, el más poderoso de los cartagineses después tan sólo de su hermano Aníbal"
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