Regresando del cole con los peques y mi amigo Rolinha e hija, al ir a cruzar por un paso de peatones, un conductor ha acelerado su vehículo justo cuando nos encontrábamos a mitad del cruce. Gafas de sol pintonas y música a todo trapo. Debía ser sordo además de ciego.
Ha estado a punto de atropellarnos, con lo que los gritos, insultos e improperios dirigidos hacia el hijoputa han sido descomunales. Lamentable ejemplo para nuestros hijos, lo se, pero en una situación en la que por poco te matan, es inveitable el hecho de no tener un comportamiento todo lo civilizado que uno quisiera.
A veces me gustaría tener un mando a distancia mágico y cuando me cruzara con un cenutrio al volante, como el de hoy, apretar el botón y que, de repente, el tipejo se encontrara, con su música a todo volumen y su coche tuneado, conduciendo en mitad de cualquier desierto del mundo, de cualquier amplio desierto, de cualquier desierto de dimensiones descomunales, con el depósito de gasolina medio lleno y tuviera que terminar bebiéndose el agua del radiador.
¿No sería maravilloso?
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