No es la primera vez que voy caminando por la calle y miro hacia las ventanas, terrazas y fachadas de los edificios pensando en qué pasaría si justo en ese momento a alguien le diera por suicidarse arrojándose al vacío.
La respuesta la obtengo leyendo en el periódico la siguiente noticia: Fallece un peatón en Barcelona al caerle encima el cuerpo de un suicida.
No puedo dejar de pensar en la putada.
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