El etarra desnutrido ha dejado la huelga de hambre al haber obtenido el grado penitenciario que pretendía. El Gobierno ha cedido al chantaje emocional de un tipejo que, recordemos, ha matado a veinticinco personas, entre ellas a un matrimonio sevillano delante de sus hijos. Un tipo que escribió cartas regodeándose de las muertes de estas personas, que ha brindado con champán por cada una de ellas y que no ha manifestado la más mínima muestra de arrepentimiento.
¡Qué barato sale matar hoy día!
Llega a su San Sebastián del alma, allí lo reciben centenares de personas cual si hubiera ganado el mundial de baloncesto y además comienza a comer. Deben ser los aires que sientan bien.
Tan solo le deseo que reviente a marmitako. Gente así debería morir en la cárcel pagando por lo que ha hecho.
Pues eso.
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