Ayer acudimos al pediatra para hacer la revisión mensual de hermanito.
Mientras estábamos esperando a entrar, súbitamente, se abrió la puerta de la consulta de la pediatra y un niño, con a penas seis años, salió corriendo, despavorido, sin camiseta, con el torso al aire y lágrimas en los ojos. Echó a correr escaleras abajo hasta que alcanzó la calle. La madre detrás.
El chaval un fenómeno, con tal de no vacunarse y evitar el pinchazo, lo que fuera.
Veinte minutos después aparecieron los dos. La madre estaba bastante acalorada. La carrera persiguiendo al rapaz tuvo que ser buena.
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