Tenías noventa y tres años, mirada sagaz a través de esos ojillos, el humor de una niña de quince y una vitalidad que desbordaba a cualquiera. Ese dulce acento sevillano.
En la noche del ocho al nueve te dormiste para no volver. Espero que tengas un buen viaje y cuando llegues al cielo, junto a la luna y las estrellas, nos eches un vistazo de vez en cuando.
Hasta siempre, amiga.
"¡A quien no le guste el vino.....!
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