Hoy por la mañana ha llegado a casa el camión del gasóleo. Poner mil doscientos litros en el depósito me ha costado la friolera de setecientos ochenta y seis eurazos. Está barato esto del petróleo. El problema es que el gas ciudad, el gas natural, el gas rural, el gas provincial y el gas ventosidad, están también por las nubes (naturalmente, son gases).
La empresa distribuidora del producto en cuestión se llama "GASÓLEOS AMIGO". Con amigos así, ¿para qué quiere uno enemigos?
Al menos me han terminado regalando una camiseta con su publicidad estampada. Camiseta que, habiendo costado setecientos ochenta y seis pavos, no me pienso quitar en la vida, para así sentir lo mismo que Victoria Beckham (o como se escriba).
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