Hace ya algún tiempo, al salir de trabajar, acompañé a mi querido adjunto a realizar un encargo que le había pedido su hijo:
-Papá, en la facultad me han encargado leer un libro titulado "El poema de Gilgamesh" y la verdad es que ando bastante liado como para ir a comprarlo, si no te importa....
-En absoluto, al salir de currar, me acerco a alguna librería y te lo compro.
Pasamos por la primera librería que encontramos camino de su casa y al preguntar por el libro, el dependiente puso una cara extrañísima, como si le estuviéramos hablando en turco-chipriota.
-No, no tenemos ese título.
Así nos ocurrió en un par de librerías más. Mi compañero de andanzas comenzó a contarme que su hijo le había metido en un apuro. - Si es que este chico, no podía leer algo más sencillito, no, tenía que ser Gilgamesh, que no lo conoce ni Dios.
Al final hicimos un último intento de búsqueda en una librería-papelería, tipo tienda de regalos, que estaba próxima a su casa, sin ningún tipo de esperanza de encontrar el tesoro.
-Buenas tardes, dijimos
-Muy buenas-, respondió la señora, de unos setenta años, que estaba justo detrás de un pequeño mostrador.
-Verá- dijo mi amigo-, estamos tratando de encontrar una de esas rarezas que me imagino no tendrá usted, pero la verdad es que por preguntar no se pierde nada: "El poema de Gilgamesh".
La señora nos miró por encima de sus anteojos, sin moverse de su sitio, se inclinó, y acto seguido, de debajo del mostrador, sacó el famoso libro. La señora no movió el rictus ni tan siquiera al cobrar.
Nos quedamos estupefactos. Seguro que si le hubiéramos solicitado cualquier otra cosa, la tendría también a mano.
http://www.ancienttexts.org/library/mesopotamian/gilgamesh/
Esa viejita era una brujita y con sus polvos mágicos bajo el mostrador hacía aparecer lo que se le antojase, seguro... eso de "una de esas rarezas que me imagino que no tendrá usted" fue como tirar el pañuelo al suelo para ella.
ResponderEliminarDa para un buen relato, Quique